Miles de sencillas ermitas humildes y solitarias, pueblan los parajes de nuestra España. Huyen de todo adorno y cuanta mayor es su sencillez más acogedoras son.
La inmensa mayoría de ellas situadas en idílicos valles o roquedos, rodeadas de bosques de robles, hayas, encinas, pinares o avellanos. Sus accesos suelen ser caminos rústicos, sendas o, como dice la mítica canción, se accede “por el camino verde”. A su alrededor, preciosas campas cuajadas de multicolores flores y, en no pocos casos , sencillos y acogedores merenderos.
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